Además de su influencia climática, estas diminutas partículas de polvo de menos de diez micras que flotan en el aire tienen una incidencia muy importante en los procesos respiratorios, alergias y asma, al ser inhaladas por el ser humano.
También están asociados a problemas cardiovasculares, incluido los cardíacos, y se ha descubierto que partículas muy pequeñas, nanopartículas, pueden entrar en el torrente sanguíneo y acelerar un proceso artificial de arteriosclerosis.
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